Entre códices y cenotes: la historia oculta de los antiguos caminos mayas

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Los mayas no solo destacaron por su arquitectura monumental y sus conocimientos astronómicos, sino también por sus redes de caminos elevados conocidos como sacbés, palabra que en lengua maya significa “camino blanco”. Estas rutas, construidas con piedra caliza y recubiertas de estuco blanco, fueron clave para la comunicación, el comercio y los rituales de esta civilización ancestral.

A diferencia de las veredas o senderos de tierra, los sacbés eran caminos elevados, rectos, firmes y en ocasiones de gran longitud. Algunos medían solo unos cientos de metros, pero otros llegaban a superar los 100 kilómetros de distancia. El más largo conocido conecta Cobá con Yaxuná, y aún hoy puede recorrerse parcialmente.

Además de comunicar ciudades, los sacbés cumplían una función simbólica y espiritual. Se cree que eran rutas sagradas, utilizadas en procesiones religiosas o ceremonias, sobre todo aquellas que unían templos, plazas ceremoniales o cenotes considerados portales al inframundo maya, el Xibalbá.

Los caminos estaban cuidadosamente alineados y construidos en línea recta, sin importar si atravesaban terrenos irregulares. Esta ingeniería demuestra el alto nivel de organización y conocimiento técnico que poseían los mayas. Incluso hoy, en medio de la selva, algunas de estas rutas todavía pueden distinguirse desde el aire gracias a fotografías satelitales.

En el estado de Yucatán se han identificado sacbés en zonas como Izamal, donde hay un sacbé ceremonial que conecta el centro con antiguas estructuras piramidales. También en sitios arqueológicos como Aké, donde se conserva parte del camino que unía centros urbanos prehispánicos. En muchos casos, estos sacbés atraviesan cenotes, grutas y zonas de vegetación densa.

Los sacbés eran más que simples caminos: representaban una forma de conectar lo terrenal con lo divino, lo humano con lo natural. Su blancura, lograda con polvo de piedra caliza, hacía que resplandecieran incluso durante la noche bajo la luz de la luna, lo cual pudo tener un simbolismo profundo en el imaginario maya.

Hoy en día, investigadores y guías locales trabajan para redescubrir estos antiguos caminos y abrirlos al turismo sustentable. Algunos tramos son transitables en bicicleta o caminatas guiadas, lo que permite experimentar una parte viva de la historia maya mientras se disfruta de la naturaleza de la península.

Recorrer un sacbé es más que seguir una ruta de piedra: es caminar por un legado ancestral que une pasado y presente, cultura y espiritualidad. Visitar estos caminos es una invitación a ver Yucatán no solo como destino turístico, sino como territorio vivo, lleno de memoria, símbolos y sabiduría milenaria.