No solo se habla español: los sonidos ocultos de Yucatán

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Yucatán tiene sabor a cochinita, olor a tierra húmeda tras la lluvia, y sonidos únicos que no se oyen en ningún otro rincón de México.
Uno de esos sonidos es la lengua maya, una voz antigua que aún hoy late fuerte entre los cenotes, las milpas y los pueblos que se niegan a olvidar.

Aunque el español es la lengua oficial y más hablada, Yucatán es un mosaico lingüístico donde el maya yucateco aún resiste.
Y no solo resiste: evoluciona, se transforma, se mezcla, y vive en los saludos cotidianos, en los rezos, en los mercados y en los patios donde las abuelas cuentan historias.

¿Sabías que más de 570 mil personas en Yucatán hablan maya yucateco como lengua materna?
Eso significa que uno de cada tres yucatecos se comunica, al menos en parte, en esta lengua milenaria.
Y no hablamos de palabras sueltas: hablamos de diálogos completos, canciones, refranes, y maneras de entender el mundo.

Del español al “espanglish” maya

La mayoría de los hablantes de maya también domina el español, pero lo curioso es cómo ambas lenguas conviven.
Hay expresiones que se traducen literalmente y otras que no tienen equivalente.

Por ejemplo, “mix ba’ax” significa “nada”… pero dicho con cierto tono, puede significar muchas cosas.
Y frases como “ma’ in wojel” (no sé) o “kux túun” (vamos pues) se escuchan a diario entre jóvenes y adultos por igual.
No es raro oír a un niño decir: “¡Mamá, me das mi chan kol!” (mi pequeño desayuno).

El maya yucateco no solo sobrevive en los pueblos del interior. En colonias de Mérida como San Sebastián, Chuburná o Xoclán, también se escucha.
Incluso algunos influencers locales lo usan para dar un toque auténtico a sus contenidos.

¿Dialecto o lengua?

Es común escuchar que el maya yucateco es un “dialecto”, pero técnicamente eso no es correcto.
Se trata de una lengua con su propia gramática, estructura y evolución.
Decirle “dialecto” puede minimizar su riqueza y complejidad.

Aun así, dentro del mismo maya yucateco hay variantes regionales.
Por ejemplo, no es igual cómo lo hablan en Ticul, en Valladolid o en Tizimín.
Las diferencias pueden ser pequeñas: una palabra distinta para decir “perro”, una forma diferente de conjugar el verbo “ir”.
Pero también pueden marcar la identidad local: “así hablamos aquí, y así lo decía mi abuela”.

Otras lenguas presentes en Yucatán

Además del español y el maya yucateco, hay presencia menor de otras lenguas indígenas.
Migrantes de Chiapas han traído el tzotzil y el tzeltal.
En el oriente, algunos hablantes del huasteco han llegado con programas agrícolas.
Son minorías muy pequeñas, pero forman parte del mapa lingüístico.

Y también está el “español yucateco”, con su acento tan particular.
Ese “cantadito” característico, que alarga las vocales y acorta las sílabas, ha sido objeto de memes, burlas… y también de cariño.
Porque es imposible no sonreír cuando alguien dice: “¡Ahí viene el calorcito, pa’ que sudes rico rico!”

¿Lengua muerta? Para nada.

Aunque los medios y la educación tradicional han privilegiado el español, hay un renacimiento del interés por el maya yucateco.
Se imparten clases gratuitas en Mérida, hay libros infantiles ilustrados en maya, y algunos cafés han comenzado a rotular sus menús bilingües.

En TikTok, jóvenes yucatecos comparten tutoriales, chistes y poemas en maya.
En Spotify, hay podcasts que explican su gramática y su fonética con humor y orgullo.

Las escuelas rurales lo enseñan con normalidad, pero ahora también universidades como la UADY incluyen cursos de lengua y cultura maya en sus programas.

Hablar maya no es del pasado: es del presente

Hablar maya ya no es símbolo de atraso, como se pensaba erróneamente hace décadas.
Hoy es sinónimo de identidad, de pertenencia, de conexión con la tierra.
Quien lo habla, dice más que palabras: transmite un mundo.

Porque en Yucatán no solo se habla español.
Se habla con la tierra, con el sol, con el viento caliente de las 3 de la tarde.
Y se habla en maya.

Quien escucha con atención, lo sabe.
Y quien aprende a decir “bix a bel” (¿cómo estás?) descubre que hay mucho más que letras: hay historia, orgullo y raíz.