En Yucatán existe un amplio abanico de zonas arqueológicas célebres como Chichén Itzá, Uxmal o Ek Balam, pero el estado también resguarda un conjunto de sitios menos conocidos que permiten apreciar con mayor silencio, intimidad y profundidad la grandeza de la civilización maya. Estos espacios, a menudo alejados de las rutas turísticas más saturadas, conservan estructuras, plazas, mascarones e historia en un ambiente donde el visitante puede observar la arquitectura sin las multitudes que suelen acompañar a los nombres más famosos. Cada sitio tiene particularidades que revelan detalles culturales, económicos o astronómicos de las comunidades que los construyeron y habitaron, ofreciendo una experiencia más auténtica.
Uno de los sitios menos visitados es Kulubá, ubicado en el oriente del estado. Se caracteriza por sus amplios conjuntos arquitectónicos, sus palacios alargados y plataformas ceremoniales que muestran un estilo arquitectónico mixto influenciado por Chichén Itzá y por estilos regionales del oriente. Kulubá permaneció por muchos años cubierto por vegetación densa, lo que permitió que muchas de sus estructuras se mantuvieran protegidas del desgaste humano. Sus plazas ofrecen una imagen de cómo se distribuían los espacios públicos en ciudades mayas intermedias, y sus estructuras revelan detalles del sistema social y político que funcionaba en la región durante el periodo Clásico Terminal.
Otro sitio menos difundido es Aké, situado a poca distancia de Mérida. Su rasgo más notable es una enorme plataforma rectangular donde se levanta una estructura masiva formada por bloques de piedra apilados en un estilo muy característico. Esta forma constructiva, poco frecuente en otras ciudades mayas, distingue a Aké como un centro de gran importancia ceremonial y posiblemente con una función ritual particular. Además, los conjuntos residenciales, los sacbés (caminos blancos) y los restos de edificios administrativos permiten interpretar la vida diaria de sus habitantes. La integración del sitio dentro de una antigua hacienda henequenera añade un contraste histórico que vincula el periodo prehispánico con la época colonial y el auge del henequén en Yucatán.
Xlapak es otro ejemplo de zona arqueológica discreta pero valiosa. Ubicado en la llamada Ruta Puuc, este sitio conserva uno de los mejores ejemplos de la arquitectura puuc original. Su edificio principal exhibe un friso ornamentado con mascarones, mosaicos de piedra y diseños geométricos que muestran el dominio técnico de los artesanos mayas. Aunque es un sitio pequeño comparado con Uxmal o Kabah, Xlapak conserva el encanto de lo íntimo y lo minimalista, donde el visitante puede observar los detalles de la decoración sin prisas, rodeado por la selva baja típica de la región Puuc. La ausencia de multitudes permite escuchar sonidos de la naturaleza y comprender cómo la arquitectura se integraba al entorno.
A unos kilómetros se encuentra Labná, otro sitio de estilo puuc menos visitado pero de gran relevancia histórica y artística. Su arco monumental es una de las obras más fotografiadas y analizadas de la región por su precisión y su simbolismo. Se cree que pudo haber representado un punto de transición ceremonial entre diferentes sectores de la ciudad. Labná también posee un palacio con múltiples habitaciones que muestran cómo se distribuían los espacios residenciales para los gobernantes o élites, así como un sacbé bien conservado que comunicaba Labná con otras ciudades cercanas. En su época, fue parte de una red política, económica y ritual entre centros de poder del sur del estado.
El sitio de Yaxunah es otra joya poco explorada. Su cercanía a Chichén Itzá no disminuye su importancia histórica, pues se sabe que existió una interacción constante entre ambas ciudades. Yaxunah presenta una de las canchas de juego de pelota más grandes de la región y una estructura piramidal de proporciones considerables. Las investigaciones arqueológicas revelan que fue un centro ceremonial con influencia relevante en el periodo preclásico y clásico, lo que sugiere que su historia se extiende mucho más allá de la época de apogeo de Chichén Itzá. La comunidad local participa activamente en la preservación del sitio y en actividades culturales que integran el patrimonio con su identidad.
En el norte del estado se encuentra Dzemul, donde se localiza la zona arqueológica de Xiol, descubierta relativamente hace poco y sometida a investigaciones intensivas. Xiol destaca por la presencia de un palacio con características del estilo Puuc y por la buena conservación de entierros prehispánicos que permiten estudios sobre rituales funerarios mayas. El hallazgo de materiales cerámicos, herramientas y restos óseos ha permitido reconstruir parte de su historia, así como comprender mejor su función como asentamiento intermedio en la región norte de Yucatán. A pesar de su relevancia arqueológica, muchos visitantes aún desconocen su existencia.
Huntichmul, cerca de Tizimín, es otro ejemplo de un sitio discreto pero significativo. Aunque gran parte de su arquitectura permanece en proceso de estudio, las estructuras visibles revelan plataformas ceremoniales, áreas residenciales y posibles centros administrativos. Huntichmul permite observar el proceso de recuperación arqueológica en fases tempranas, lo que da una perspectiva distinta sobre cómo se descubren, registran y conservan estos espacios antes de que sean formalmente abiertos al turismo.
Finalmente, Hochob y Becán, aunque más conocidos en Campeche, tienen extensiones y vínculos culturales que impactan zonas cercanas a Yucatán. Son ejemplos del estilo Río Bec, un diseño arquitectónico caracterizado por torres falsas que imitan pirámides escalonadas. Aunque no están oficialmente en Yucatán, su influencia llega a regiones limítrofes, lo que permite comprender cómo diferentes estilos coexistían y se mezclaban a lo largo de la península.
Todas estas zonas arqueológicas representan una oportunidad para quienes desean conocer el patrimonio maya más allá de los destinos comerciales. Son lugares donde el paisaje, la historia y la arquitectura conviven de manera armoniosa, donde la investigación científica continúa y donde los visitantes pueden disfrutar de un acercamiento más pausado y reflexivo a la cultura antigua. Con el paso del tiempo, muchos de estos sitios han comenzado a recibir mejoras, señalización y protección adicional para garantizar su conservación. Cada uno narra una historia particular, silenciosa y fascinante, que enriquece la visión global de la civilización maya en Yucatán y contribuye a mantener vivo un legado que sigue siendo motivo de estudio y admiración en todo el mundo.