Los cenotes son formaciones naturales únicas que narran una historia geológica que se remonta a millones de años atrás. Su origen está estrechamente relacionado con la composición del suelo de la península de Yucatán, una región formada principalmente por una vasta plataforma de roca caliza. Este tipo de roca sedimentaria es altamente porosa y soluble, lo que la hace especialmente vulnerable a la acción del agua a lo largo del tiempo.
Durante millones de años, el agua de lluvia ha sido el principal agente modelador del paisaje. Al mezclarse con el dióxido de carbono presente en la atmósfera y en el suelo, el agua forma un ácido débil conocido como ácido carbónico. Aunque su acción es lenta, este ácido disuelve progresivamente la caliza, ampliando grietas naturales y creando fisuras que con el tiempo se transforman en extensas cavidades subterráneas.
Estas cavidades crecieron de manera constante durante miles y millones de años, dando origen a enormes sistemas de cuevas interconectadas. En épocas geológicas antiguas, cuando el nivel del mar era mucho más bajo que en la actualidad, muchas de estas cuevas permanecieron secas. En su interior se desarrollaron formaciones minerales como estalactitas y estalagmitas, las cuales son evidencia de largos periodos sin inundación y de una lenta filtración de agua rica en minerales.
Con el fin de la última glaciación, el clima global comenzó a cambiar y el nivel del mar se elevó gradualmente. Este aumento provocó que el agua dulce y el agua marina inundaran las cuevas subterráneas de la península. Al mismo tiempo, la disolución continua de la roca debilitó los techos de estas cavernas, que con el paso del tiempo colapsaron en algunos puntos, dando lugar a los cenotes abiertos que hoy se observan.
No todos los cenotes evolucionaron de la misma manera. Algunos conservaron parte de su techo, formando cenotes semiabiertos, mientras que otros mantuvieron su estructura casi intacta, dando origen a los cenotes cerrados o tipo cueva. Cada uno de estos tipos representa una etapa distinta del proceso geológico, lo que explica la gran diversidad de formas, profundidades y características que presentan.
La península de Yucatán carece casi por completo de ríos superficiales debido a la alta permeabilidad de la roca caliza. El agua de lluvia se filtra rápidamente hacia el subsuelo, alimentando un extenso sistema de ríos subterráneos y acuíferos. Los cenotes funcionan como accesos naturales a este sistema, actuando como ventanas que permiten observar y aprovechar una de las principales reservas de agua dulce de la región.
En muchos cenotes se puede apreciar un fenómeno conocido como haloclina, que consiste en la separación visible entre el agua dulce y el agua salada. Este fenómeno ocurre debido a la cercanía con el mar y demuestra la interacción constante entre ambos cuerpos de agua dentro del sistema subterráneo. La presencia de la haloclina es una clara muestra de la complejidad hidrológica de la península.
Además de su importancia geológica e hidrológica, los cenotes contienen valiosa información sobre el pasado ambiental de la región. En sus sedimentos y formaciones minerales se registran cambios climáticos ocurridos a lo largo de miles de años. Asimismo, en varios cenotes se han encontrado restos fósiles de animales prehistóricos y evidencias de presencia humana antigua, lo que los convierte en sitios clave para la investigación científica.
Para la civilización maya, los cenotes tenían un profundo significado espiritual y simbólico. Eran considerados lugares sagrados y entradas al inframundo, además de ser una fuente vital de agua. Aunque su origen natural no era comprendido desde una perspectiva científica, su importancia fue reconocida y respetada desde tiempos antiguos.
En la actualidad, los cenotes siguen siendo estructuras en constante evolución. La disolución de la caliza continúa, y nuevos colapsos pueden ocurrir con el paso del tiempo. Estos cuerpos de agua son testigos vivos de procesos geológicos lentos pero permanentes. Su conservación es fundamental, no solo para proteger el acuífero, sino también para preservar su valor histórico, cultural y científico. Los cenotes muestran de manera clara cómo el agua puede esculpir la tierra y definir la identidad natural de toda una región.