Cenote X-Batún: un tesoro escondido entre la selva yucateca

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En el corazón del municipio de San Antonio Mulix, a unos cuarenta minutos al sur de Mérida, se encuentra el Cenote X-Batún, una joya natural poco conocida pero llena de encanto. A diferencia de los cenotes más populares del estado, este rincón mantiene un ambiente tranquilo y casi secreto, ideal para quienes buscan conectar con la naturaleza sin el bullicio del turismo masivo.

El cenote X-Batún es de tipo abierto, rodeado de vegetación exuberante, raíces que caen como cortinas sobre el agua y formaciones rocosas cubiertas de musgo. Su profundidad varía entre los dos y veinte metros, lo que permite tanto nadar con calma como practicar buceo en sus áreas más hondas. Las aguas son cristalinas y de un tono azul turquesa que refleja la luz del sol que se filtra entre las ramas.

Su nombre proviene del maya y se asocia con los murciélagos que habitan en las cuevas cercanas. El entorno está lleno de aves, libélulas y mariposas, lo que lo convierte en un espacio perfecto para los amantes de la fotografía y la observación natural. El sonido del agua, las hojas y los pájaros crean una atmósfera de serenidad difícil de encontrar en otros lugares más concurridos.

A pocos metros de X-Batún se encuentra otro cenote llamado Dzombakal, que suele visitarse en el mismo recorrido. Sin embargo, X-Batún destaca por su forma abierta y su acceso directo al espejo de agua. En la superficie se puede ver la mezcla perfecta de raíces, ramas y luz, creando un escenario que parece salido de una pintura.

Este cenote no solo es un atractivo natural, sino también un lugar de valor histórico y cultural. En sus alrededores se han hallado vestigios arqueológicos, cerámicas y herramientas que indican que fue un sitio de uso ritual y doméstico para los antiguos mayas. En la actualidad, aún conserva ese aire sagrado que invita al respeto y la contemplación.

Para llegar, se toma la carretera hacia Muna y, a la altura de la comisaría de San Antonio Mulix, se sigue un camino de terracería rodeado de árboles. Aunque el acceso es sencillo, la sensación al llegar es la de haber descubierto un paraíso oculto. El sitio cuenta con servicios básicos, como estacionamiento, baños y áreas para cambiarse, pero mantiene una infraestructura discreta que respeta el entorno natural.

La mejor hora para visitarlo es por la mañana, cuando los rayos del sol penetran el agua y revelan la vida que habita en su interior. Los visitantes pueden nadar, bucear o simplemente flotar mientras escuchan el silencio del lugar. No se permite el uso de bloqueadores ni cremas corporales antes de ingresar, con el fin de proteger el ecosistema del cenote.

X-Batún también ha sido escenario de producciones fotográficas y filmaciones gracias a su belleza natural. Sin embargo, sigue siendo un sitio donde la tranquilidad domina y el turismo responsable tiene prioridad. Su encanto radica precisamente en esa mezcla entre misterio, pureza y aislamiento.

Visitar el cenote X-Batún es adentrarse en una experiencia sensorial completa: el frescor del agua, el aroma de la selva húmeda y la sensación de estar en un lugar donde el tiempo parece detenerse. Es ideal para quienes buscan escapar del ritmo urbano y sumergirse en la magia del Yucatán profundo.

Aunque no goza de la fama de otros cenotes cercanos a Mérida, X-Batún representa el verdadero espíritu del ecoturismo yucateco: belleza natural, respeto por el entorno y una invitación constante a reconectar con lo esencial. En cada gota de su agua cristalina se refleja la historia de una tierra sagrada que, aún hoy, sigue guardando secretos bajo su superficie.