Yucatán cuenta con algunos de los zoológicos más representativos del sureste mexicano, lugares que combinan el esparcimiento familiar con la educación ambiental y la preservación de especies. En ellos, tanto locales como visitantes pueden disfrutar de espacios verdes, interactuar con animales y aprender sobre la biodiversidad que caracteriza a la región y al país.
El zoológico más emblemático es el Parque Zoológico del Centenario, ubicado en Mérida. Fundado en 1910, este sitio es un punto histórico y sentimental para los yucatecos. Su entrada es gratuita, lo que lo convierte en una opción accesible para todas las familias. Dentro del parque, los visitantes pueden apreciar más de 800 ejemplares de distintas especies, entre ellas jaguares, leones, aves tropicales, primates y reptiles. Además, ofrece juegos mecánicos, un pequeño tren turístico y amplias áreas verdes que hacen del Centenario un sitio ideal para pasar el día.
Otro importante recinto es el Zoológico Animaya, también en Mérida. Inaugurado en 2010, se distingue por su concepto de safari y su enfoque ecológico. Animaya busca recrear hábitats naturales, por lo que sus animales viven en espacios amplios que imitan sus ecosistemas originales. El parque promueve la educación ambiental, con actividades que enseñan la importancia del respeto hacia todas las formas de vida y la conservación de las especies en peligro de extinción. Su torre principal, inspirada en la cultura maya, ofrece una vista panorámica de todo el lugar, lo que lo convierte en uno de los atractivos más visitados.
En el interior del estado, algunos municipios también albergan zoológicos o parques con fauna local. Por ejemplo, el Parque Zoológico Bicentenario de Tizimín y el Parque Zoológico de Valladolid, ambos dedicados a preservar y exhibir especies regionales, contribuyendo así a la conciencia ambiental entre las nuevas generaciones. Estos espacios no solo buscan entretener, sino también fomentar el amor por la naturaleza y el conocimiento de la fauna yucateca.
Cabe destacar que los zoológicos yucatecos han evolucionado significativamente. Han pasado de ser simples lugares de exhibición a centros de conservación, investigación y rescate animal. En Animaya, por ejemplo, existen programas de reproducción de especies en riesgo y colaboraciones con instituciones académicas para el estudio de la fauna silvestre.
Durante los fines de semana y temporadas vacacionales, estos parques se llenan de familias, estudiantes y turistas que disfrutan del contacto con la naturaleza y del ambiente seguro que ofrecen. Los visitantes pueden recorrer senderos sombreados, tomar paseos en lancha o tren y asistir a charlas educativas. Todo esto fomenta la cultura ambiental y refuerza la idea de que la convivencia con la naturaleza puede ser tanto recreativa como formativa.
En términos turísticos, los zoológicos también representan un valor agregado para Yucatán. Forman parte de la oferta cultural y natural del estado, junto con cenotes, zonas arqueológicas y playas. Muchos visitantes extranjeros se sorprenden al encontrar espacios tan bien cuidados, donde se combina la belleza del entorno con el compromiso ambiental.
El trabajo de mantenimiento, la alimentación de los animales y las labores de limpieza y educación ambiental dependen en gran parte del esfuerzo de trabajadores y voluntarios que, día a día, contribuyen a que estos espacios sigan funcionando de manera ejemplar. Gracias a ellos, los zoológicos yucatecos continúan siendo un motivo de orgullo y un punto de encuentro entre la naturaleza y la comunidad.