Uxmal y Kabah: joyas mayas del Puuc que cuentan la historia del esplendor prehispánico en Yucatán

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En el corazón del sur de Yucatán, en medio de la región conocida como la ruta Puuc, se alzan dos de los sitios arqueológicos más impresionantes y representativos de la civilización maya: Uxmal y Kabah. Ambas ciudades, separadas por apenas 23 kilómetros, fueron importantes centros políticos, religiosos y culturales entre los siglos VI y X d.C., y hoy en día continúan siendo un testimonio excepcional del desarrollo arquitectónico, artístico y espiritual del mundo maya. Su cercanía y su estilo arquitectónico característico hacen que visitarlas juntas sea un viaje al pasado que revela la grandeza de esta civilización.

Uxmal, cuyo nombre se traduce como “tres veces construida”, fue una de las ciudades más poderosas del periodo Clásico Tardío y un referente del estilo Puuc, caracterizado por el uso de piedra caliza finamente labrada, mosaicos geométricos, mascarones de Chaac —el dios de la lluvia— y frisos ornamentales que combinan precisión y simbolismo. Su fundación se estima alrededor del siglo VI, y su auge ocurrió entre los siglos IX y X, cuando se convirtió en el centro político más influyente del suroeste de la península. A diferencia de otras ciudades mayas que dependían de cenotes, Uxmal fue construida sobre una zona seca, lo que obligó a sus habitantes a desarrollar un sistema avanzado de almacenamiento de agua en chultunes y cisternas.

El corazón de Uxmal lo ocupa la majestuosa Pirámide del Adivino, una estructura de más de 35 metros de altura cuya base ovalada la distingue del resto de las construcciones mesoamericanas. Según la leyenda, fue edificada en una sola noche por un enano nacido de un huevo, quien posteriormente se convirtió en gobernante. Su forma única y su relación con fenómenos astronómicos muestran el profundo conocimiento que los mayas tenían del cosmos. Frente a ella se encuentra el Cuadrángulo de las Monjas, un conjunto de cuatro palacios decorados con símbolos relacionados con el poder, el universo y la fertilidad, considerado una de las obras maestras del arte Puuc. Otros edificios destacados son el Palacio del Gobernador, una estructura monumental que combina elegancia y precisión matemática, y el Juego de Pelota, que revela la importancia ritual del deporte sagrado en la cosmovisión maya.

A pocos kilómetros al sureste se encuentra Kabah, cuyo nombre significa “señor de la mano fuerte” o “mano poderosa”. Aunque más pequeña que Uxmal, fue un centro ceremonial y administrativo relevante, estrechamente vinculado política y económicamente con su poderosa vecina. De hecho, ambas ciudades estuvieron conectadas por un sacbé —un camino sagrado elevado— de casi 18 kilómetros, que simbolizaba su relación y facilitaba el intercambio de bienes, personas e ideas. Kabah floreció entre los siglos VII y XI, y destaca también por su arquitectura Puuc, aunque presenta elementos ornamentales aún más detallados en algunos de sus edificios.

El símbolo más emblemático de Kabah es el Palacio de los Mascarones de Chaac, también llamado “Codz Poop” o “alfombra enrollada”. Su fachada está completamente cubierta por más de 250 representaciones del dios de la lluvia, un elemento crucial en una región sin ríos ni lagos permanentes. Cada mascarón, con su característica nariz en forma de gancho, representa la petición de lluvias necesarias para la agricultura y la vida. La monumentalidad y la repetición de estas figuras reflejan no solo la devoción religiosa, sino también el poder político de la élite gobernante.

Ambos sitios arqueológicos son hoy Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO y forman parte de la Ruta Puuc, un recorrido turístico y cultural que incluye también Labná, Sayil y Xlapak. Este circuito es considerado uno de los más ricos y fascinantes de la península, no solo por la majestuosidad de sus construcciones, sino también por la posibilidad de comprender cómo los mayas adaptaron su arquitectura y su modo de vida a un entorno complejo, aprovechando al máximo los recursos naturales disponibles.

Además de su valor histórico y arqueológico, Uxmal y Kabah ofrecen una experiencia inmersiva en la cosmovisión maya. En Uxmal, por ejemplo, se realizan espectáculos nocturnos de luz y sonido que narran las leyendas y el significado espiritual de sus estructuras. Por su parte, Kabah, al ser un sitio menos concurrido, brinda al visitante un ambiente más íntimo, ideal para apreciar con calma los detalles de su arquitectura y conectarse con el silencio ancestral del lugar.

Visitar estas dos ciudades mayas no es solo un paseo por ruinas antiguas: es una oportunidad para entender la relación entre el ser humano, la naturaleza y lo divino que definió a esta civilización. En sus muros tallados, sus templos alineados con el cielo y sus caminos sagrados aún se escucha el eco de un pueblo que dominó la astronomía, la ingeniería y el arte con un refinamiento sorprendente.

Uxmal y Kabah, con sus piedras cargadas de historia, siguen recordándonos que el esplendor maya no fue un episodio aislado del pasado, sino un legado vivo que continúa inspirando a quienes se acercan a sus antiguos templos. Son dos capítulos inseparables de una misma historia: la del genio, la espiritualidad y la grandeza de un pueblo que dejó huellas eternas en el paisaje del sur de Yucatán.