Papadzul: Un platillo ancestral que perdura en la cocina yucateca

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Mérida, Yucatán. Entre los sabores más auténticos de la gastronomía yucateca, el papadzul ocupa un lugar especial. Considerado uno de los platillos más antiguos de la región, su nombre proviene del maya y significa literalmente “comida del amo” o “comida del señor”, lo que refleja su importancia desde épocas prehispánicas.

Los papadzules son tortillas de maíz rellenas de huevo cocido, bañadas en una salsa espesa hecha a base de semillas de calabaza (pepita molida) y complementadas con una salsa de jitomate con chile habanero. Su preparación, aunque simple a primera vista, encierra siglos de historia, tradición y simbolismo.

Se cree que los antiguos mayas ya preparaban versiones similares del platillo, utilizando ingredientes locales como el maíz, la pepita y el chile, todos fundamentales en su dieta. Durante la época colonial, la receta se enriqueció con influencias europeas, incluyendo el uso del huevo cocido como relleno.

La base de la salsa de pepita, tostada y molida, refleja el conocimiento de los mayas en el uso de semillas para dar sabor y textura. Esta salsa se mezcla con caldo caliente para formar una especie de crema que recubre las tortillas, dándoles su distintivo color verde claro.

A diferencia de otros platillos más recientes, el papadzul conserva su esencia indígena. No lleva carne ni ingredientes importados como queso o crema. Esto lo convierte en una muestra viva de la cocina precolombina que ha sobrevivido hasta nuestros días.

Aunque no es tan popular fuera de la península como los panuchos o la cochinita, en las cocinas tradicionales de Yucatán sigue siendo un símbolo de identidad cultural y culinaria. Se sirve comúnmente en reuniones familiares, festividades locales o como ofrenda durante celebraciones como el Hanal Pixán.

Hoy en día, el papadzul también se encuentra en restaurantes especializados en comida regional, donde se ofrece con respeto a la receta original, pero a veces con ligeros toques contemporáneos.

Preservar recetas como esta no solo es una forma de honrar el legado maya, sino también de mantener viva la riqueza gastronómica de Yucatán, tan diversa y ancestral como su historia.