La ciudad de Valladolid, conocida como la “Sultana del Oriente”, es uno de los destinos más representativos del legado colonial en Yucatán. Fundada en 1543 por los españoles sobre un antiguo asentamiento maya llamado Zací, esta ciudad combina herencia indígena y tradición europea, siendo un vivo testimonio de la arquitectura colonial novohispana.
Uno de los elementos más característicos de la arquitectura colonial vallisoletana es el uso de piedra caliza local y técnicas constructivas como el cal y canto, que permitieron la edificación de estructuras sólidas y resistentes al paso del tiempo. Las casas coloniales, pintadas en colores vivos como amarillo, azul, rosa y terracota, tienen techos altos, puertas de madera tallada, ventanas con rejas de hierro forjado y amplios patios interiores rodeados de arcos.
Entre los edificios más representativos destaca la Iglesia de San Servacio, ubicada en el corazón de la ciudad frente al Parque Principal Francisco Cantón Rosado. Construida en el siglo XVI y reconstruida en el XVIII tras un conflicto interno, esta iglesia presenta dos torres simétricas y una sobria fachada de piedra, típica del estilo colonial barroco yucateco.
También sobresale el ex Convento de San Bernardino de Siena, edificado por los franciscanos en 1552 en el barrio de Sisal. Esta imponente construcción mezcla funciones religiosas y defensivas, con gruesos muros, un claustro sencillo y un acueducto que aún se conserva parcialmente. Es uno de los conjuntos conventuales más antiguos de la península.
Otras joyas arquitectónicas incluyen la Casa de los Venados, una casona del siglo XVIII restaurada que hoy alberga una extensa colección de arte popular mexicano, y los numerosos portales coloniales alrededor del parque principal, donde aún funcionan cafeterías y tiendas locales.
La arquitectura colonial de Valladolid no solo embellece la ciudad, sino que narra su historia: desde los tiempos de la colonización y las rebeliones indígenas, hasta su papel actual como Pueblo Mágico y centro turístico. Caminar por sus calles empedradas es recorrer siglos de historia, tradición y mestizaje cultural, en un entorno donde el pasado se vive con orgullo y el patrimonio se cuida como parte del alma vallisoletana.